El papel esencial de Seymour se ignoró por muchos años debido a su origen afroamericano
- Sufrió la injusticia y la violencia contra los negros, algo común de los grupos como el Ku Klux Klan que aterrorizaron en aquella época.
- El reavivamiento espiritual que hubo en aquel tiempo, se considera como el principal catalizador para la expansión del cristianismo mundial.
William Joseph Seymour nació el 2 de mayo de 1870 en Louisiana Estados Unidos. Sus padres, Simón Seymour (también conocido como Simón Simón) y Phillis Salabar fueron ambos antiguos esclavos. Fue el mayor de una familia grande, vivió sus primeros años en la más absoluta pobreza. Todos los bienes personales de la familia estaban estimados en cincuenta y cinco centavos de dólar.
Huyendo de la pobreza y la opresión de la vida en el sur de Luisiana, dejó su casa materna siendo ya adulto. Después de un combate a muerte con la viruela, recibió el llamado al ministerio. La enfermedad le dejó ciego en un ojo y cicatrices en la cara, por el resto de su vida él llevó barba para esconder las cicatrices.
En 1905, Seymour estaba en Houston, Texas dónde él oyó el mensaje pentecostal por primera vez. Asistió a una escuela bíblica dirigida por Charles F. Parham quien era el fundador del Movimiento de Fe Apostólico en aquella época. En una escuela bíblica en Topeka, Kansas, sus seguidores habían recibido el bautismo del Espíritu Santo con la evidencia bíblica de hablar en lenguas.
Debido a las estrictas leyes de segregación racial de aquel entonces, Seymour se vio obligado a sentarse fuera de la sala de clase. El humilde siervo de Dios soportó esta injusticia con la gracia. William Joseph fue un hombre de una gran inteligencia, en sólo unas semanas se familiarizó enormemente con las enseñanzas de Parham al punto de que él también las podía enseñar. Sin embargo, no recibió el bautismo del Espíritu Santo con la evidencia de hablar en lenguas.
En una ocasión, Parham y Seymour celebraron reuniones conjuntas en Houston, William predicaba a un público de negros y Parham hablaba a los grupos blancos. Parham esperaba utilizar a Seymour para extender el mensaje de Fe Apostólico a los afroamericanos en Texas.
El avivamiento de la Calle Azusa
En febrero de 1906, Seymour llegó a Los Ángeles dando sus primeros esfuerzos en predicar el mensaje pentecostal, pero fueron rechazados y se quedó al margen de la iglesia. Los dirigentes más que dudosos de la doctrina de Seymour, estaban preocupados especialmente porque la predicación se basaba en una experiencia que ninguno de ellos había recibido.
Después de ese momento, Joseph Seymour visitó la casa de Edward Lee, conserje en un banco local del estado. Empezó el ministerio con un grupo de oración que había estado reuniéndose regularmente. La mayoría de los asistentes eran afroamericanos, con visitas ocasionales de gente blanca. El grupo buscó a Dios para un avivamiento y que se intensificara el hambre por Él.
Finalmente, el 9 de abril, Lee fue bautizado por el Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas. Cuando la noticia de su bautismo fue compartido con otros creyentes, un poderoso torrente siguió. Muchos recibieron el bautismo del Espíritu Santo como en el día de pentecostés. Se dice que esa tarde sería difícil de describir, pues la gente cayó al suelo inconsciente, otros gritaban y corrían a través de la casa. Una vecina, Jennie Evans Moore tocó el piano, algo que no tenía la habilidad de hacer antes.
Durante los próximos días de continua manifestación cientos se reunieron, las calles estaban llenas y Seymour predicaba. Tres días después de la manifestación inicial, Seymour recibió su bautismo de poder y rápidamente la capacidad de la casa donde se reunían regularmente se sobrepasó, los fieles comenzaron la búsqueda de una nueva casa para una nueva iglesia.
En sus esfuerzos, encontraron un edificio que se había construido como una iglesia episcopal metodista africana, pero cuando los habitantes anteriores la desocuparon, el santuario de arriba se había convertido en apartamentos. La planta baja se convirtió en la sede de la Misión de Fe Apostólica. Sillas y tablones de madera como asientos, un altar de la oración y dos canastas de madera cubiertas por una tela barata se volvió el púlpito.
Desde este humilde lugar, la verdad pentecostal se extendió en todo el mundo. Los visitantes provenían de cerca y de lejos para ser parte del gran avivamiento de la Misión de Fe Apostólica 312 de la Calle Azusa en Los Ángeles.
El 17 de abril, El diario “Los Angeles Times” envió a un reportero al avivamiento. En un artículo al día siguiente, él reportero denigró la reunión y al pastor, llamando a los fieles “una nueva secta de fanáticos” y Seymour “un exhortador” viejo. Se burlaban de él como “un extraño babel de lenguas”. Precisamente el artículo fue publicado el mismo día del gran terremoto en San Francisco. Los Californianos del sur, estaban atemorizados, conocedores de un próximo avivamiento dónde las profecías del día del juicio final eran comunes.
Inmediatamente, Frank Bartleman, un evangelista itinerante y participante de la iglesia de Azusa, publicó un folleto sobre el terremoto. Miles de folletos, escritos con las profecías del fin de los tiempos, eran distribuidos. Al poco tiempo, multitudes se reunieron en la Calle de Azusa. Con la ayuda de un escritor y editor la misión empezó a publicar un periódico, “La Fe Apostólica”.
Los sermones de Seymour fueron transcritos y se imprimieron, junto con las noticias de las reuniones y los muchos misioneros que estaban siendo enviados. El periódico extendió el mensaje pentecostal literalmente por todo el mundo. La circulación del pequeño periódico pasó a 50.000 unidades diarias.
Era común ver a los perdidos llegar para encontrar salvación, enfermos ser sanados, endemoniados ser libres, y gente buscando el bautismo del Espíritu en casi cada reunión. Muchos de los primeros líderes del movimiento pentecostal recibieron su bautismo del Espíritu Santo en el altar de la calle Azusa.
A pesar de todo el éxito, el avivamiento enfrentó la oposición externa e interna. Charles Parham, insultado por la integración racial de las reuniones y el emocionalismo, trajo la primera gran división. Muchos otros siguieron cuando Seymour se casó, pero otro grupo salió de la misión. Dos señoras de estos grupos discrepantes tomaron las principales listas para paralizar el envío del correo del periódico “La Fe Apostólica”.
El 28 de septiembre de 1922, Seymour comenzó a sufrir dolores en el pecho y falta de respiración. Aunque un doctor fue llamado, fue internado en el hospital. Algunos dicen que él murió de un infarto y que sus últimas palabras fueron “yo amo a mi Jesús”. Seymour fue sepultado en el “Cementerio Evergreen” de Los Angeles. En su lápida sepulcral simplemente se lee, “Nuestro Pastor”.
Después de su fallecimiento, su esposa Jennie, siguió como ministro en la misión. Finalmente, la misión fue derribada por la administración de la ciudad de Los Ángeles y los bienes se perdieron, pero lo que ocurrió allí nunca será olvidado.
Durante mucho tiempo el papel fundamental de Seymour llegó a ser ignorado casi por completo por historiadores de la iglesia. Sin ninguna duda, porque él era un afroamericano. Este vergonzoso abandono, sin embargo está acabando finalmente, pues cada vez más los estudiantes de historia del avivamiento pentecostés aprenden de la importancia del papel de William J. Seymour en la formación del movimiento pentecostal.

El Camino

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