Venciendo la incredulidad

“Si oyeres hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como en la provocación en el día de la tentación en el desierto. Donde me tentaron vuestros padres, me probaron y vieron mis obras cuarenta años a causa de lo cual me disgusté contra esa generación y dije. Siempre andan vagando en su corazón y no han conocido mis caminos, por tanto, juré en mi ira no entraran en mi reposo. Mirad hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo” Hebreos 3:7-12

Los corazones incrédulos no entran en el reposo de Dios. La incredulidad a veces se encarga de apagar la promesa y no se puede alcanzar porque se endurece el corazón, se enturbia el oído y ya no se oye a Dios, ya no se ve, ya no se oye, ni se siente, parece que Dios ya no habla. El corazón endurecido trae incredulidad a las vidas, sospecha de Dios y pone en tela de juicio aquellas áreas que han sido oscurecidas por esa incredulidad. Porque donde hay incredulidad hay oscuridad, ignorancia de luz, como no hay luz en ciertas áreas, no se puede tomar la victoria. Si no ha llegado la luz de la sanidad, o la luz de la prosperidad, sino se ha obtenido victoria en esas áreas, se critica. Porque se tiende a criticar todo aquello que no se entiende, aquello que no se ha revelado. Hay que rechazar la ignorancia, la falta de conocimiento y pedir luz en las áreas donde se ha tenido fracaso, en las áreas donde ha habido derrota. Hay que pedir luz y revelación.

La falta de conocimiento y la ignorancia son los peores enemigos del hombre. Lo peor es estar bajo una cubierta de ignorancia que no permite que seas enseñado e iluminado. Dios envía su Palabra, para iluminarte y quitarte el velo y que se haga la luz en tu vida, entonces serás prosperado.  Hay que dejarse enseñar e iluminar por la Palabra y por el espíritu de conocimiento.

La incredulidad es una condición del corazón y no de la mente. La incredulidad siempre da paso a un corazón endurecido. No hables lo que no entiendes. Hay cosas que Dios ha dejado estipuladas para tu vida, pero como no la entiendes entonces no ejerces fe y comienzas a criticar.

La incredulidad entró en el hombre desde el mismo momento en que decidió cambiar el árbol de la vida y no comer de él por alimentarse del árbol del conocimiento del bien y del mal, teniendo así una independencia total de Dios. Desde ese momento vino la duda y ahí entró el enemigo con preguntas que cuestionaban a Dios, vino la incredulidad al hombre y esa incredulidad ha pasado a toda la raza humana.

Dios diseñó al hombre para vivir en dos dimensiones, en la dimensión espiritual y en la dimensión material. El hombre es un ser espiritual que ha recibido un envase para vivir en la tierra, y Dios nos ha dejado un acceso a lo espiritual a través de la fe.

Hay cosas invisibles a los ojos naturales, son cosas que no se ven, pero no significa que no existan y el acceso para alcanzarlas es a través de la fe. Para andar en lo natural, hacen falta los sentidos, para andar en el espíritu hay que hacerlo por fe.

El Señor dejó la fe para vivir en el mundo espiritual y para traer del mundo invisible a lo visible todo por la fe. En el huerto del Edén estaba la gloria de Dios y el hombre vivía disfrutando de la revelación de Dios, él recibía directamente de Dios, pero a causa de la desobediencia, del engaño del diablo, el enemigo llenó de dudas su corazón, el pecado lo sacó y lo decodificó del código divino, de recibir las cosas por revelación y creerlas y ponerlas en práctica. Y el hombre desde ese momento comenzó a dudar de Dios y  a ser incrédulo.

Dios te quiere llevar a vivir por la fe, a que experimentes la fe, porque las cosas que conseguimos por la fe, nos traen una profunda satisfacción. Sin fe es imposible agradar a Dios y hemos nacido para agradarle. Dios cuando conquista algo en tu vida lo hace a través de la fe, pero la incredulidad te roba esa satisfacción, la incredulidad te hace poner un fundamento en la lógica y establece en la razón una imposibilidad. Por eso los imposibles están en la mente, porque para Dios no hay nada imposible y no hay nada imposible para el que puede creer, porque todas las cosas son posibles al que cree.

El Señor reprende la incredulidad y es lo que más le desagrada, la peor deshonra que le puedes hacer a Dios, la peor falta de respeto es no creerle, porque todo lo que ha dicho Dios es sí y amén, y aunque aún no estés viviendo lo que Dios te ha dicho, espéralo, porque si Dios lo ha dicho, El lo hace y demanda de ti que lo creas.

La incredulidad es un obstáculo para recibir las bendiciones de Dios y te lleva a la desobediencia. Cuando tú le crees a Dios, tú no titubeas. Dios te dice a la derecha y tu vas a la derecha, como Jocabed la madre de Moisés, que no dudó y entró en el tremendo plan de Dios para una nación. Todos nos acordamos de Moisés, pero no nos acordamos tanto de una mujer que tuvo mucho que ver en ello. Ella fue seleccionada por Dios para poner en su vientre un hijo con propósito, una madre que creyó en esperanza contra esperanza. Cuando el niño nació tenía que ser soltado en el Nilo, pero ella lo guardó por tres meses, obedeciendo a Dios por la fe y Dios le dio un diseño, porque cuando tú crees a Dios y das el paso por fe, Dios te da el diseño y la estrategia para seguir adelante, por cuanto ella creyó y decidió que no lo iba a soltar, Dios le reveló a ella la estrategia de que el niño iba a ser enviado al lugar de sus propios enemigos para ser becado y los propios enemigos le iban a pagar su educación de libertador de Israel.

Porque lo que Dios tiene siempre es más grande de lo que tú puedes llegar a pensar o entender. Solo que a veces no soltamos porque tenemos temor, en el área en donde tienes temor de soltar es en el área donde el enemigo te va a tomar ventaja, te va a atar con temor, te va a atar con sospecha, con incredulidad, con dudas.

La incredulidad te hace insensible a las cosas de Dios, te vuelve sordo y ciego al mundo espiritual, y te hace desobediente. Cuando tú le crees a Dios, tú no titubeas, ni le pones condiciones. Si tú lo dices, yo lo hago, es fácil obedecerle; pero cuando el corazón está endurecido, cuesta obedecer, se piden “señales”, que Dios “muestre cosas”, que Dios “haga cosas”, que “diga un poquito más”, que “dé una evidencia”. Y Dios espera es que le obedezcan, porque cuando se le obedece se accionan y se activan cosas espirituales poderosas a nuestro favor.

La fe es algo que se recibe, no es algo natural. La fe no es una sustancia que se pueda fabricar, es sustancia divina, es esencia divina. El hombre desde el Edén al desobedecer perdió la gloria y desde entonces perdió tantas cosas, entonces Dios decide entregar fe, para que el hombre pueda volver a tomar de lo espiritual y traerlo aquí a la tierra.                                                      .

Hay que declarar y confesar con la boca todo aquello que se quiere recibir. Se cree y se confiesa  por el oír, el hombre interior tiene una boca, así como el hombre físico tiene la boca donde entran los alimentos y los nutrientes, las vitaminas y todo lo que necesita el cuerpo para desarrollarse sanamente. El hombre espiritual tiene un oído y el oído es la boca del hombre interior, por eso es tan importante lo que se oye, cuando no se oye la Palabra de Dios y cuando no se oye palabras de fe, el hombre interior se empieza a debilitar.

Al principio la fe es como un grano de mostaza que hay que plantar, regar y cuidar. Y esa fe va a necesitar un entrenamiento, la prueba, la lucha, la dificultad, la crisis son parte de ese entrenamiento. En la escuela de la fe, se aprende a amar a Dios y a prosperar. En esa escuela se crece, se desarrolla carácter, la fe ayuda a desarrollar un carácter de fe.

La crítica, la envidia, los celos reflejan inmadurez; pero cuando pasas por la escuela de la fe, el carácter madura, entonces ya comienzas a tener una fe sólida, fuerte. Cuando pasas por la crisis es para que madures, no es para matarte. Dios va a sacar de tu carácter todo lo bueno y va a pulir lo que tiene que pulir, vas a cargar fe.  Comienza a desatarte, rompe con la incredulidad, activa tu fe porque Dios te mostrará lo que todavía no has visto por causa de la incredulidad. Cuando das un paso de hombre, Dios da un paso de Dios.

Dios va a sanar el dolor, te va a dar la impartición de su gozo y de su alegría, te va a arrancar la amargura, dejarás la incredulidad para que no tengas que vivir cargado con la desesperanza, con el rechazo, con el dolor, con el fracaso, ya no tendrás que cargar con las mentiras del diablo, porque la Palabra de Dios te libera.

La incredulidad reduce a Dios a nuestra condición. Dios no miente ni engaña. La confianza en Dios aumentará y crecerá a medida que tengas intimidad con Él. Cuando conoces a Dios te das cuenta que Él es perfecto y que no hay maldad ni engaño en él, por lo tanto nunca te fallará.

La incredulidad no te deja acceder a los milagros, ya que se reciben por fe. Te aparta de Dios y su voluntad. Te lleva a deshonrar a Dios y a no creer en lo sobrenatural de Dios. Le pone límites a Dios. Te lleva a razonar a Dios y a Dios no se lo razona se le cree. Te hace ingrato porque ve los problemas más grandes que Dios. Te hace inseguro y no te deja conocer a Dios.

Muévete en fe y libertad, rompe con toda incredulidad, activa la fe en tu vida y créele a Dios. Romanos 10:17

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Silvia de Muratore

Apóstol Iglesia Nueva Generación

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