En uno de mis viajes por Europa, me di cuenta de una artista muy famosa por aquellas tierras que acaba de anunciar lo que ella llamaba su “última gran obra”.
Esta gran artista acaba de firmar un contrato con una poderosa empresa de diamantes y les acaba de vender los derechos de su cuerpo para que cuando ella muera la empresa tenga el derecho de cremar y comprimirla en un diamante. Hoy en el mundo solo los diamantes de hueso humano tienen valores similares o más elevados (según sea el candidato) que los diamantes formados por los procesos naturales. Es interesante además saber que en las tierras lejanas bajo sus creencias místicas los diamantes eran catalogados las tumbas dimensionales de las almas. Esta mujer lo que anda buscando es la inmortalidad, ella desea superar las limitaciones de una existencia mundana, finita y busca dejar una impresión duradera en el mundo, mucho después que desaparezca. Éstas son ambiciones nobles. Pero lo está buscando de la manera incorrecta.
Dentro de cada uno de nosotros yace algo más precioso que un diamante, es nuestra vida, somos seres hermosos creados por Dios; tenemos atributos impresionantes como el amor, la bondad, la gratitud, la caridad y el poder de perdonar, tenemos el poder de la decisión; poder que nos da la facultad de ser plenos en medio de las presiones de la vida.
Podemos crear de nuestra vida un hermoso diamante y podemos hacer que muchas otras vidas sean transformadas en hermosos diamantes también. Usted puede brillar mucho más a partir de practicar el amor, la bondad, la caridad y el perdón. Usted podría dejar un legado más poderoso que una piedra cristalizada por la presión y el fuego.
Nos inmortalizamos verdaderamente por el bien que hacemos en el transcurso de nuestras vidas. Tanto si lo vemos o no, cada acto de bondad y santidad deja una impresión eterna en este mundo y en nuestra generación. El mundo en el que vivimos está lleno de egoísmo y envidia, por eso dar se volverá una decisión trivial en la sociedad actual, pero no se preocupe por ser diferente, ese es el destino de los diamantes.
Hacer un diamante de un cuerpo muerto no es una gran hazaña. Hacer un diamante mientras estás vivo; esto es probar la eternidad.
Victor Palomo
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