Dios desea que experimentemos una vida plena. Quien nos roba esa posibilidad y ata nuestra existencia con problemas emocionales, físicos y espirituales, es nuestro adversario Satanás. El Señor conoce esa situación y en Jesucristo nos ofrece la posibilidad de ser libres. Basta que tomemos la decisión y nos volvamos a Él. Jesús rompe las ataduras y nos hace libres… La estrategia del enemigo es entorpecer el plan de Dios para que experimentemos una vida plena (Juan 10:10)
Hay formas relevantes como nuestro enemigo espiritual nos aparta de Dios: afanes, ansiedad, cargas en nuestro espiritual, falta de perdón, espíritu envenenado, dolor, emociones inestables, acusaciones de las personas que nos rodean, sensación de condenación, pecado y patrones de iniquidad. Las maldiciones, el legalismo y la superstición son tres poderosas herramientas en manos del enemigo para afectar nuestra mente y evitar que la verdad nos traiga libertad (Juan 8:31, 32)
“Necesitamos recordar que la liberación no es solo dejar libres a las personas de las fuerzas demoníacas; es también llevar a las personas a un lugar de liberación de tal manera que los procesos de la vida de Dios comiencen a fluir a través de ellos y comienzan a operar en la vida, no en la muerte…
El enemigo ata a través de estas herramientas para alejar a las personas de la liberación de Dios. (Juan 14:30)
El enemigo logra afectar procesos de pensamiento. (Proverbios 4:23)
El Evangelio de Jesucristo contempla sanidad y liberación Las Buenas Nuevas del Evangelio van de la mano con la liberación espiritual. (Lucas 9:1, 2)
Podemos movernos en la misma dimensión de autoridad y poder que lo hizo el Señor Jesús, y como lo prometió Él, aún hacer obras mayores (Juan 14:8-12)
“Jesús esperaba que sus discípulos, incluyéndonos hoy a nosotros, obremos en su autoridad; y nos dio el mismo Espíritu Santo quien le otorgó poder, de tal forma, que hagamos las mismas obras que Él hizo… Si Jesús nos ha llamado y nos ha otorgado poder para que hagamos lo que Él hizo mientras estaba en la tierra, nosotros debemos a trabajar bajo Su autoridad”
El poder y autoridad de Cristo en nosotros debe utilizarse para traer libertad a los cautivos emocionales y espirituales (Lucas 4:18, 19). Si nos movemos en la autoridad que Cristo Jesús nos delegó, no hay límites para ministrar en el poder de Dios (Juan 5:19-21). Revisando el origen de la posesión o influencia, en cada persona afectada por posesión o influencia demoníaca, es necesario revisar qué puertas se abrieron al mundo de las tinieblas. Los demonios entran, principalmente, en la etapa de la niñez y cuando se da por abuso sexual o ritual, por acceso a películas de terror, imágenes de monstruos y maltrato físico y emocional, las huellas permanecen en el tiempo.
En Cristo hay libertad y hoy nos corresponde decidirnos por esa libertad.

Ana Fonseca

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