“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos, el que permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer” Juan 15:15
Permanecer en el Señor, es permanecer en el camino que lleva a la vida eterna.
Creo que quizá es uno de los temas que más preocupa a cada pastor y líder espiritual. Vemos en las iglesias personas que vienen y van, ellas son movidas por el viento y no están firmes en un solo lugar. Es necesario echar raíces y ser plantados junto a las corrientes de aguas dar fruto en su tiempo. Salmos1:3. Pero muchos deciden ser trasplantados una y otra vez y su crecimiento es interrumpido por lo que no pueden dar fruto, su hoja se marchita y cae y su vida no prospera, sus raíces son maltratadas y se les interrumpe su función cada vez que son movidas.
Alguien decía que las iglesias son como los buses, que las personas entran por la puerta del frente y asimismo salen por la de atrás. El enemigo se aprovecha cuando no estamos firmes, cuando no tenemos convicción y perdemos de vista nuestro objetivo. La palabra de Dios dice: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.” Hebreos12:2. Jesús tiene que ser nuestra meta. Agradarle a él debe de ser nuestro máximo deseo.
1 Tesalonicenses 5: 21-22 Examinarlo todo; retener lo bueno y apartaos de toda maldad. Debemos aprender a obedecer la palabra y a tener una relación con Dios para permanecer en El. Aprender a orar y tener una comunión con el Señor nos ayudará a ser hijos de Dios que no se vuelven a atrás. La vida cristiana no es fácil, pero más difícil es estar sin el Señor a merced de las artimañas del diablo.
Leía una reflexión de un joven que se quejaba ante su líder por todo, y en el momento que su líder le encomendó una tarea, éste ya no tuvo tiempo de criticar y murmurar. La verdad es que a veces no nos comprometemos con el Señor y estamos propensos a ser engañados por el enemigo. Si estuviéramos en el secreto del Señor, todo sería diferente. No habría engaños porque el Señor nos avisaría que se propone el enemigo. Porque vuestro adversario el diablo busca como engañar aún a los escogidos de Dios. Si nos alejamos de la gracia de Dios y de su propósito, no podremos permanecer. Pero si nos mantenemos, difícilmente seremos engañados.
Atemos nuestra mente, emociones, a la obediencia de Cristo. Seamos fuertes y valientes, y alcanzaremos la corona prometida que es para todo aquel que persevera. Recordemos la palabra que dice que seremos como árboles plantados junto a las corrientes de las aguas, y todo lo que toque prosperará. Sea usted una persona bendecida, eche raíces donde Dios lo ha puesto, sujétese a su autoridad, sea humilde, que al humilde Dios exalta, permítase que sus raíces crezcan y nutran su vida para usted sea un árbol el cual su hoja no cae y da fruto a su tiempo.
flory-du@hotmail.es

Flory Durán González

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