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¿Pequeña ante tus propios ojos?

¿Pequeña ante tus propios ojos?

Días atrás observaba un video sobre un joven chino que a la edad de 10 años perdió sus brazos. Pese a este accidente hoy es pianista, toca el piano con sus pies.

¡Al mirar el video fui muy confrontada! Cuantas veces nos limitamos en alcanzar los sueños o los abortamos, por enemigos internos como el temor o peor aún, por lo que puedan decir las otras personas. Estas limitaciones pueden estar relacionadas con lo que pensamos de nosotros mismos… ¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿Para dónde voy? Piensa por un momento… ¡Qué identidad tan saludable tiene este joven pianista a pesar de tener una limitación!

La identidad es probar que alguien es realmente, lo que está supuesto a ser. Es la característica propia de una persona que lo distingue del resto. Tiene que ver con «el yo», relacionado con el auto concepto.

Tres aspectos de nuestra identidad en Cristo:
• Somos hijos de Dios por puro afecto de su voluntad. (Efesios 1:5) Dios es nuestro padre.
• Somos hechura suya. (Efesios 2:10) Tenemos en nuestro cuerpo la firma del mejor diseñador… Cuando Dios nos ve, Él dice ¡qué lindo me quedó! (Salmo 139:14)
• Nos creó a su imagen y semejanza. (Génesis 1:27) Por lo tanto nos parecemos a Dios. El enemigo perdió la semejanza, por eso el ataca nuestra identidad.

Algunos factores que pueden distraernos de nuestra verdadera identidad en Cristo:
• La figura paterna tiene un papel importante en las hijas, ya que brinda; seguridad, identidad, aceptación y valor. Ante las carencias en la paternidad, se da inseguridad, temor, amargura y cambios de ánimo constantes.

• El enemigo es el acusador y puede usar personas cercanas para propagar falsas identidades: Eres inútil, infértil, incapaz… “El que nace para maceta, del corredor no pasa”. En vez de creer esto, vive por los nombres que Dios te da: Eres nación santa, pueblo escogido de Dios, herencia de Jehová, perteneces a la realeza de Dios, eres limpio, inocente… ¡Mi identidad no cambia, si yo no lo permito!

Saúl era un joven hermoso, alto y buen hijo. (1 Samuel 9:2) Fue ungido rey de Israel por el profeta Samuel, aún con estas sobresalientes cualidades se consideró pequeño ante sus propios ojos. (1 Samuel 15:17) “Y dijo Samuel: Aunque eras pequeño en tus propios ojos, ¿no has sido hecho jefe de las tribus de Israel, y Jehová te ha ungido por rey sobre Israel?”

Cuando la identidad está dañada, hay insatisfacción y se manifiesta en la conducta. Podemos pasar horas en el salón de belleza, en el gimnasio, pagar mucho dinero por eliminar esos “rollitos” de más… pero seguirá el vacío si te sigues viendo pequeña ante tus propios ojos.

Renueva tu mente, desecha todo lo que no concuerda con quien Dios dice que eres. ¡Mírate a través de los ojos de tu padre! ¡Valemos por Cristo!

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Andrea Carballo

Pastora - Terapia de Familia Iglesia Oasis

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