Cualquier conversación sobre la oración debe ir dentro de las posibilidades de la oración. La oración es una herramienta divina que se nos ha dado por parte de Dios mismo. Es algo en lo que sólo Dios en su sabiduría divina podría haber pensado. La oración puede hacer mucho más de lo que jamás podríamos hacer. Se puede ir a lugares que jamás podríamos alcanzar. Sus recursos son infinitos y eternos. Cuando oramos, todo el cielo se mueve. Estamos respaldados por todos los ejércitos del cielo. Cuando oramos, cielo y tierra pueden ser afectados. De hecho, la oración puede hacer cualquier cosa que Dios pueda hacer. No por nuestras oraciones, sino por Aquel a quien estamos orando.
El único límite que la oración tiene son las promesas de Dios. No puede ir por encima o por debajo de lo que Dios ha prometido. “Por eso les digo: Crean que ya han recibido todo lo que estén pidiendo en oración, y lo obtendrán. » (Marcos 11:24). ¡Cómo hemos limitado a Dios a su palabra! ¿Qué puede significar ese «lo que sea», sino es otra cosa que lo que sea? El único límite es su Palabra, y, sin embargo, hemos limitado hasta eso. Tomen cada verso del Nuevo Testamento que hable acerca de la oración y verán cómo nuestras oraciones se han quedado cortas.
La oración es la herramienta que Dios nos ha dado para alcanzar resultados inusuales. Una mañana, mientras Jesús caminaba con sus discípulos, él vio una higuera a lo lejos. Tenía hambre, ya que ese día Jesús y sus discípulos no habían tenido tiempo de pasar por el McDonald’s. Cuando Jesús se acercó a la higuera, no vio nada en ella, sólo hojas. Maldijo a la higuera y ésta se marchitó. Los discípulos se sorprendieron. Se preguntaban cómo el árbol había muerto tan rápido, y Jesús les respondió que había sido por la fe.
George Mueller era ese tipo de hombre de fe. Si necesitaba algo, él iría a Aquel que lo tenía todo. Oró y logró que apareciera un orfanatorio y todos sus trabajadores. Oró para que apareciera todo el dinero que se necesitaba para que eso existiera. No deseó tener ni un solo donador, sino que se dirigió al que lo donaba todo, el mismo Dios. Él sabía que así tendría todo lo que necesitaba y deseaba. Él creyó en la promesa que dice: «Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración» (Mateo 21:22). Aquellas cosas por las que el oró se convirtieron en una realidad, porque era un hombre de integridad y fe. El oró sin cesar hasta que obtuvo lo que Dios le había prometido. Los resultados de Dios sólo aumentaron su fe para orar y confiar aún más en Dios. Más gente de fe como Mueller es la que necesitamos hoy en día.
No todos podemos predicar el Evangelio en todo el mundo, pero nuestras oraciones si pueden hacerlo. Si todos los cristianos orarán, todo el mundo estaría evangelizado actualmente. No necesitamos más dinero para los misioneros y ministerios, necesitamos más oración. El dinero tendrá su parte en el trabajo, en el reino de Dios, pero el papel que desempeña es pequeño en comparación con el de la oración. El dinero les conseguirá los boletos para viajar a otro país, pero la oración va a salvar más almas que lo que jamás pudieran imaginarse.
Tenemos una herramienta tan increíble en nuestras manos, una herramienta que puede lograr mucho. Ha sido entregada a nosotros por el mismo Dios. Dios, en su sabiduría perfecta, decidió usar la oración como el medio por el que la Iglesia y los cristianos pueden lograr resultados que sólo Él puede lograr. Debido a esto, éste es el momento para orar oraciones mucho más grandes de las que hemos orado antes. Tenemos que empezar a creer que Dios es capaz de hacer mucho más. Nuestras oraciones pueden cambiar muchas cosas, pueden cambiar a las personas, a las comunidades, ciudades e incluso naciones. Si ustedes me pueden mostrar una sola persona que ore de verdad, yo les mostraré una persona que será usada poderosamente por Dios.
La oración puede cambiar las cosas. Tiene el poder para hacerlo, ya que es el poder de Dios trabajando directamente. Cuando uno ora, tiene todos los recursos del cielo apoyándolo. Cuando uno ora, Dios mismo está a su lado. Cuando uno ora, tiene el poder de mover el cielo y la tierra conforme a la voluntad de Dios. La oración que es ferviente y llena de fe, servirá de mucho en nombre de una persona justa (Santiago 5:16). La oración que se ofrece a Dios en la fe va a hacer mucho más de lo que podríamos hacer por nuestra cuenta. «La oración puede hacer cualquier cosa que Dios puede hacer.» -E.M. Bounds.

David Hernández

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