La vida en abundancia que Jesús nos vino a dar requiere de nuestra fe, para ver el cumpliendo de Sus promesas.
Por esa razón, es importante comprender que cuando nuestra esperanza está en Dios seremos capaces de romper todo límite que nos está impidiendo avanzar en la vida. De otra manera, si la esperanza está en los resultados que tengo en las diferentes circunstancias que enfrentamos nos vamos a desanimar constantemente. Al tener puesta la mirada en Dios, los resultados sean buenos o no tanto, no afectarán de forma negativa mi esperanza de creer que si se puede salir adelante.
Toda persona tiene metas, sueños que realizar, sin embargo la esperanza nunca deberá estar en ellas sino en las promesas de Dios, las cuales nunca fallarán porque quien las hizo no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta, si Dios lo dijo; Él lo hará.
Salmos 91:14 Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré;
Le pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre.
Dios pone en alto a quienes ponen su esperanza y su amor en Él y no sólo eso sino que le librará de situaciones adversas. Su deseo no es que estés debajo de las circunstancias, sino que Él mismo nos posiciona en el lugar correcto. De ahí se cumple la escritura al decir que nos ha puesto como cabeza y no por cola. Y la razón es por cuanto han conocido Su nombre. El conocer el poder del nombre de Jesús, seremos posicionados donde Dios lo considere justo.
Uno de los límites que hay que romper en la vida es el temor.
El temor tiene la capacidad de poner a una persona en una zona de comodidad, donde no se asuman riesgos, donde apela a tu bienestar y no al cumplimiento de la voluntad de Dios en tu vida.
El temor te convierte en un espectador de tu propio destino y esa definitivamente no es lo que Dios quiere para ti. Recuerda que el temor nace de los malos resultados obtenidos en algún momento.
Todo lo nuevo por hacer también produce temor, es más, el temor es provocado de muchas maneras. Sin embargo, no hay que permitir que el temor gobierne tu forma de pensar. Ahora bien, no es el no sentir temor sino en no dejarse gobernar por él. Debemos ser protagonistas de nuestro propio destino y provocar el cumplimiento del propósito de Dios en nosotros.
Mateo 14:30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo ¡Señor, sálvame!
Pedro salió de la barca y caminó sobre las aguas por orden de Jesús, pero al ver el fuerte viento se comenzó a hundir, porque quitó su mirada del lugar correcto, de Jesús.
No permita que el temor le haga dejar inconcluso todo aquello que inició con fe. Apóyate en Jesús y enfrente los temores con fe. Camina por las aguas, es decir, haz lo que otros por temor no se atreven a realizar.
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Ivan Vindas

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