El Dios de toda consolación

Dios oye nuestro clamor, contesta según nuestra necesidad. En 2 Corintios 1:3-6 (NVI), es claro que con el mismo consuelo que de Dios recibimos consolemos a otros.

En el A.T Dios se manifestó en facetas al pueblo de Israel (Yireh, Shalom, Nissi, Rafah, etc), en el Nuevo Testamento todas esas facetas se resumen en CRISTO, quien lo llena todo y da consolación.

Consolación, del griego Parakaleo, “estar al lado apoyando.” Cuando el Dios de toda consolación viene a nuestra vida, no hay situación que no pueda ser resuelta en El. Sólo El es capaz de cubrir todas las necesidades; su consuelo es el aval de su presencia en tiempos de dificultad. Dios no consuela por lástima, lo hace como recordatorio de que debemos levantarnos para hacer frente a las situaciones según Isaías 60:1-2 “Levántate, resplandece….Porque he aquí tinieblas cubrirán la tierra…mas sobre ti amanecerá Jehová…”

La consolación viene acompañada con la gracia de Dios, que trabaja cuando nuestras fuerzas se debilitan, fortaleciéndonos en El. “Bástate mi gracia…” dice el Señor.

Cuando viene el Dios de toda consolación y le permitimos que nos consuele y que su gracia y su fuerza se pose sobre nosotros, logramos caminar sobre los problemas porque nos mantenemos firmes sobre las alturas. Y empezamos a creer y declarar que: SI PODEMOS!

Dios es misericordioso porque siente el dolor que hay en nuestro corazón, por eso derrama su consolación sobre sus hijos. Dios nos ama mucho, su consolación es perfecta, diferente y personal para cada uno. Nos ama con ese gran amor con que amó a su hijo unigénito.

Si lográramos entender el amor del Padre, viviríamos seguros, confiados y sin temor y no cuestionaríamos el por qué de las cosas.

En Lucas 22:43, cuando Dios Padre ve a su hijo sufrir en el Getsemaní, en el lugar de opresión, de miedo, de angustia no pudiendo interferir con los planes que El mismo había trazado, en medio de la angustia de su hijo: “Entonces se le apareció un ángel del cielo, fortaleciéndole.”  Consolación del latín Fortis, que significa valiente.

En medio de nuestro Getsemaní personal hay un ángel que ha sido enviado por Dios para fortalecernos siempre. Para cualquier tipo de tribulación hay consolación. No hay tristeza que no pueda convertirse en gozo, no hay nada que nuestro Dios no pueda hacer. La tribulación es permitida y necesaria para que con la adversidad seamos cambiados, y adoptemos el carácter de Cristo. Es muy diferente consolar a alguien cuando ya hemos pasado por lo mismo con el fin de consolar en amor, consolar para levantar. Al final clamamos: su consolación me trajo poder, este me trajo fuerza y aquí están mis heridas, la consolación de Dios me las sanó y si lo hizo conmigo así también lo hará contigo.

Dios no va a usar a alguien grandemente si no ha sido quebrantado grandemente.

Puedes ver la predica completa en Youtube/Canal Portadores de su Gloria.

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Carmen Carazo Fonseca

Pastora Iglesia Portadores de su Gloria, Limón

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