Hace un tiempo me vi envuelta en un choque menor cuando por distraerme un momento buscando atajos en el celular, le ocasioné un diminuto camanance al carro de adelante. Evidentemente fue mi culpa, por lo que ofrecí arreglar todo extrajudicialmente si el costo del arreglo era razonable. Por mientras, yo solo le pedía a Dios que intercediera de tal manera que el asunto terminara por resolverse a mi favor. Suplicaba porque de alguna forma a la conductora se le “olvidara’’ todo y así yo saliera librada de cubrir cualquier costo.
Pero en medio de estas súplicas, me vi confrontada en el espíritu con lo que estaba pidiendo, pues ¡era evidente la gran incongruencia que estaba saliendo de mi boca! ¿Cómo era posible que le estuviese pidiendo a Dios que hiciera algo que a todas luces sería INJUSTO? Era claro que la responsabilidad por el choque era mía, y lo justo era que yo asumiera esa responsabilidad cubriendo los gastos del arreglo. Entonces ¿en qué momento se me ocurrió que Dios iba a violentar su propia naturaleza, sus PRINCIPIOS para complacerme? DIOS ES UN DIOS DE PRINCIPIOS, y siendo que Él no es hombre para que mienta ni hijo de hombre para que se arrepienta (Números 23:19), Él no va a quebrantar sus pilares solo por un capricho.
Esta verdad sobre Dios se nos presenta bastante clara en la Biblia, pues en reiteradas ocasiones Él se revela como un Dios de principios: “Justo es el SEÑOR en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos’’. (Salmo 145:17) “…porque Dios no es Dios de confusión, sino de paz…’’ (1 Corintios 14:33) “…el SEÑOR tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda Su pacto y Su misericordia hasta mil generaciones con aquéllos que lo aman y guardan sus mandamientos.’’ (Deuteronomio 7:9) Y como estos hay decenas de ejemplos más, pero ¡cómo nos cuesta recordarlo!
Dios no te va a conceder algo de cuestionable moral, pues Él es un Dios justo, un Dios de orden y un Dios verdadero y donde Él intervenga siempre privarán estos principios. Y siendo nosotros sus Hijos e Hijas, debemos procurar reflejar esos mismos principios en nuestra vida, pues son situaciones como la que les comparto, por más pequeña que sea, demuestran cuán real es nuestro compromiso con Sus caminos.
Para terminar, les cuento que logramos conciliar y le cubrí los costos del arreglo a la conductora, quien se mostró satisfecha con el desenlace y aceptó mi oferta sin problema. En esto pude ver el respaldo de Dios, pues ella pudo haber elegido la vía judicial y esto hubiese terminado por perjudicarme a un nivel mucho mayor. Entonces no le reclames a Dios cuando no resuelva las cosas a tu manera; mejor revisa cuán alineadas están tus peticiones con SUS PRINCIPIOS.

Valeria Zárate Segnini

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