“Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.
Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba; y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.
Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios.
Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza); dice: Poco es para mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra”. (Isaías 49:1-6RVR)
Es tan necesaria la restauración de una vida, si se consigue RESTAURAR, veremos familias, congregaciones, ciudades y naciones ser reconciliadas con Dios.
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”. (2 Corintios 5:17-19RVR)
Esta es la esencia del cristiano, si estamos decidimos a confesar y limpiarnos, lograremos ser libres y restaurados. Una vida o un corazón que es lo mismo, si no está restaurado nunca podrá restaurar lo que está dañado, dolido, deteriorado y caído.
El diccionario nos define RESTAURAR como; recuperado, recobrar, reparar, renovar o volver a poner algo en el estado que antes tenía.
La diferencia es que cuando Dios nos RESTAURA el postrer estado del hombre siempre será mejor. Se necesita la poderosa mano del Padre que entre en los corazones para ser transformador de dentro a fuera, la vida del cristiano crece de dentro a fuera, es ahí donde erramos cuando creemos que no necesitamos un cambio genuino.
Cuando venimos a Cristo lo hacemos con tantos: Conflictos, Deterioro,
Heridas que no fueron sanadas, Descontentos, Falta de aceptación, Problemas de rechazo, etc..
Debemos pasar por la mano sanadora para que podamos ser nuevas criaturas. La palabra nos enseña que la vida mana de una salud espiritual. “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. (3 Juan1:2)
Hay una vida, hay una tierra y hay una nación que está esperando a ser restaurada, quienes son lo que van a restaurar? Los justos.
“Restauraré tus jueces como al principio, y tus consejeros como eran antes; entonces te llamarán Ciudad de justicia, Ciudad fiel”. (Isaía1:26RVR)
“Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. (Isaías61:4RVR)
Permítele al Padre que sea él quien cambie tu vida, mente y corazón y serás una nueva criatura.
“Cuando adoras a Dios, adoración es un estilo de vida, tu mente cambia y es renovada ya no piensas como pensabas antes.”
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Lidia Giménez

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