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Con un espíritu de Bendición

Con un espíritu de Bendición

Cuanto poder hay en nuestros labios, Proverbios 18.21 nos confirma esa verdad y principio de vida. “Lo que uno habla determina la vida y la muerte; que se atengan a las consecuencias los que no miden sus palabras.” PDT.

Sin embargo en medio de las situaciones de crisis, olvidamos estas palabras de sabiduría, y tenemos la tendencia a decir las cosas a partir de nuestras emociones y no de nuestras convicciones, y las situaciones pasan pero las palabras que declaramos tienen resultados no solo en el momento, sino que también a largo plazo.

Santiago 3, nos dice que la lengua tiene el poder de encender un gran bosque, si no sabemos dominarla. De igual manera Santiago manifiesta que con la misma boca se maldice o se bendice, ¿cómo es posible que de una misma fuente pueda salir agua dulce y agua salada?  La respuesta la podemos encontrar en los labios de Jesús, cuando dice que de la abundancia del corazón habla la boca, Mateo 12.34, sea bueno o sea malo lo que digamos nace en el corazón, por lo tanto tiene poder, en primera instancia, en nuestra vida pero también en la de los demás y es por eso que Pablo nos exhorta: “renovaos en el espíritu de vuestra mente”. Efesios 4.23.

Cuando la fuente de nuestras palabras cambia, cambiaran también nuestras palabras, podemos ser fuentes de bendición a los demás cuando somos transformados por la gracia de Dios.

Abraham recibió una promesa: en ti serán benditas todas las familias de la tierra,  Abraham sería transformado de bendición en fuente de bendición, ese es el deseo de Dios para sus hijos e hijas, aún en las situaciones más extremas somos llamados a bendecir y no maldecir; en Lucas 6.27-29 Jesús nos vuelve a confirma cual debe ser la actitud de los hijos e hijas de Dios. Generalmente nos enfocamos en ser bendecidos, creemos que el deseo del Padre es de bendecirnos por bendecirnos, y obviamos que ese es solo el principio de la promesa, la extensión va más allá:

“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.” Génesis 12.2-3

El Pecado del ser humano trajo la maldición en todas sus formas a la creación, y es a través de los hijos e hijas de Dios que será restaurada la bendición, fuimos creados y transformados para bendecir y nuestra propia bendición aumentará en la medida que cumpla mi propósito divino, a saber, ser bendición a los demás.

Muchos cristianos sueñan con ser bendecidos, pero pierden de vista el propósito y todo queda en un sueño, pero cuando tu anhelo es ser bendición a los demás, no esperas recibir para serlo, lo eres con lo que ya tienes y con lo que ya eres.

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William Luna

Iglesia Cristian Discípulos de Cristo en Siquirres

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