El cierre de Iglesias evangélicas en Costa Rica ha crecido considerablemente en los últimos meses. El Ministerio de Salud no le tiembla la mano para colocar un rótulo de: “Clausurado” en las puertas de muchos templos.
El principal motivo de estos cierres es el sonido que molesta a varios de los vecinos en los alrededores del templo, muchos son casos aceptables y otros más sabemos que la meta de ciertas personas es ser de tropiezo para el plan divino de Dios sobre el pueblo cristiano. Los testimonios de muchos pastores es que ni siquiera han empezado con la alabanza o adoración en una reunión cuando ya aparece la patrulla en la puerta principal de la Iglesia.
La mayoría de los pastores que empezaron alguna obra lo iniciaron con muchas dificultades económicas que no les permitió construir o en otros casos remodelar la estructura del templo de la mejor manera y que actualmente se encuentran en aprietos por esta nueva ley tajante, que en la mayoría de locales lo cierran por no estar al “día”.
El apoyo del gobierno hacia las iglesias evangélicas es nulo, no es como en otros países que tienen algún tipo de ayuda económica o bien, que les brindan un local debidamente completo para todas las actividades que se necesitan hacer. Es lógico que el apoyo económico viene de los que asisten a las reuniones y en muchas ocasiones ese dinero no alcanza para hacer una remodelación, mejorías e incluso una ampliación del templo como las autoridades esperan. Sinceramente al gobierno no le importa el cierre de las Iglesias evangélicas, pero si se muestran muy interesados a la hora de obtener votos para visitar a los creyentes.
El temor de muchos pastores e incluso para muchas de las personas que asisten a la casa de Dios es que se repita el cierre masivo de Iglesias como sucedió en el año 2005. La actual Ministra de Salud, María Luisa Ávila hace 9 años estableció las normas mínimas para abrir un centro de oración, que en teoría ayudarían a las Iglesias para poner en orden y cumplir con la Ley 700 (igualdad para personas discapacitadas), contaminación sónica, entre otros.
Es por estos motivos que se estableció una comisión exclusiva y sin carácter administrativo para evaluar la aplicación del reglamento por parte del Ministerio de Salud, el fin de que dicha comisión era atender las inquietudes de los pastores y ministros. Compuesta por un viceministro de Salud, el director jurídico de esa cartera y un representante evangélico, funcionó durante dos gobiernos anteriores al actual. Lo preocupante es que la señora María Esther Anchía, viceministra de Salud, confirmó que la comisión no se reactivará.
Estamos de acuerdo en que muchas Iglesias se tienen que poner en orden en cuanto a permisos y algunas remodelaciones, pero tampoco las peticiones legales deben se ridículas o antojadizas como muchas de las actuales, con el fin de poner más trabas a las congregaciones que lo único que buscan es llevar el evangelio a toda persona.
Espiritualmente sabemos que es algo más profundo que solamente cerrar iglesias, el enemigo está desesperado por el crecimiento tan importante que ha habido en las congregaciones y está moviendo sus cartas para tratar de que no se cumpla el propósito de Dios en la Tierra, conocemos con certeza que esta lucha no es contra sangre ni contra carne si no contra principados y potestades, y sabemos que Jesucristo es el que ganará la batalla por nosotros.
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